domingo, 6 de septiembre de 2020

Iniciando un "Bullet Journal"

Buenas buenas, después de tanto tiempo, por aquí estoy, volviendo al ruedo, con ganas de retomar ese lado artístico que tengo en alguna parte y que tengo tan muerto ahora. Así que aquí estoy, llenándome de ganas de nuevo, queriendo volver a todo eso que me hacía vibrar tanto el alma, y me hacía danzar con melodía propia. 
Desde la semana pasada empecé a ver vídeos de un montón de chicas y chicos sobre papelería. Ustedes no lo saben, pero yo tengo una pequeña, ligera obsesión por todo lo que tiene que ver con papelería. Tampoco lo saben, pero tengo montones de esferos (lapiceros), grafos (plumones), lápices, colores, pinturas, etc. Entro a un local con ese tipo de cosas y me embarga una sensación de querer quedarme pobre con las compras, de llevarme todo eso así sea sólo para coleccionarlo; soy adicta, simplemente adicta.
Pero eso lo tenía muerto desde hacía rato, desde hace años ya, y no imaginan cuánto lo extraño. Culpo al trabajo, culpo a mi pereza, culpo a esta selva de cotidianidad, pero más que todo, me culpo a mi, por permitir que esto se me escapara de las manos cuando es algo que me hace tan feliz. 
Hace unas semanas, empecé a ver vídeos en youtube nuevamente, y me encontré con una tendencia que no sabía de nada llamada "Bullet Journal" y no saben cómo me absorbió todo eso, como empecé a sentir de nuevo aquella vibración en la punta de los dedos y en medio del pecho, ese cosquilleo que provocaba que hasta mi imaginación pusiera en marcha sus engranajes para poner a andar a esa locomotora oxidada.  

Hace meses ya, antes incluso de la cuarentena, justo antes de irme a Brasil, mi novio me regaló una agenda preciosa con una dedicatoria aún más bella donde me puso que ese era un regalo para que pudiera retomar todo ese lado artístico que me hace suspirar y que tengo olvidado, sobretodo las letras, que tanto me encantan, que tanto me hacen soñar. En Brasil, en el aeropuerto de Belo Horizonte, esa agenda fue mi mejor compañera y fue ahí donde empecé, nuevamente, a soltar una que otra letra.

No obstante, como sabrán e imaginarán, el trabajo no da tiempo para nada, y esto me absorbe un montón, al punto que ni leer puedo, porque me duermo con el libro, o leo y no entiendo nada. Pero, ¿saben? Me cansé de eso, y decidí que era hora de hacer algo de arreglarlo. Fue allí, justo allí que esa agenda se cruzó con mis colores, y todo lo que youtube me había sembrado ya.
Si les soy sincera, los adornos fueron todo lo que fui viendo en el día por lo que no hay mucho que describir, incluso el título, que fue super random, porque yo, ni lettering ni nada de esas hondas de ahora sé, sólo estuve estudiando toda mi primaria en un colegio que exigía la letra cursiva, y de ahí que sepa escribir así, pero aquí les va: Los tomates fueron por un artículo que me envió mi mamá sobre cosas que se podían sembrar en septiembre, las zanahorias, porque busqué dibujos de granjas y vi unas zanahorias sembradas, y lo amarillo del calendario, es porque quería que aparentara ser un sol. 
Para ser el primero, estoy muy contenta del resultado, y espero que ustedes también gusten de él. Es sencillo, bonito, da la sensación de paz, me llena de anhelos por esa granja que tanto deseo.
 
Sin querer quitarles mucho más tiempo, me despido esperando pasarme pronto por aquí nuevamente. Les dejo un abrazo gigante y un hasta luego.






martes, 17 de julio de 2018

Desangrando la lucha

La lucha contra el destino resulta agotadora, más cuando con cada derrota, me percato de lo imposible que es cambiarle siquiera un ápice. La tristeza que me invade, impregna hasta mis letras, y en medio de la resignación, busco aceptarle, e intentar irme por donde mi adversario busca que vaya mi lucha de vida; pero querer a alguien que tiene su propia lucha, que pelea con la realidad que le dicta quererme, resulta agotador y aún más entristecedor, porque resulto rogando por, lo que por ley de vida, debo haber consechado: el amor. Y me canso, me arrepiento, me duele, pero al final lo acepto, y así, tristemente, debo decantarme por seguir con la lucha sin nombre, y la búsqueda inalcanzable, con el fin de encontrarme en otra alma, o en otro sitio, dónde quererme, no suponga una pena.

domingo, 25 de marzo de 2018

Secuelas de la lectura y de un vino cargado de verdad 2

—Tienes una facilidad de letras impresionante. Yo digo que es mejor que no te abstengas. No le niegues eso al mundo.

—Si lo hago es porque mala sí soy, pero no en entera esencia. Más bien, soy mala de pensamiento, de imaginación lúgubre y pícara; ese es mi tipo de maldad. Mi verdadera esencia destila las ganas de hacer el bien, de ayudar, cosas de esa índole que superpongan un velo que oculte lo que se genera en el pensamiento.

—¿Puedo decir que te amo mujer? ¿Y que amo como escribes? Yo feliz leería uno y mil libros tuyos.

—Claro que puede, hombre, lléneme el ego, que ese se me desinfla rápido y quedo no más que a merced de esa desdicha que insiste en gobernarme.

—Eres aghhh, refrescantemente, ¡misteriosa! Feliz de hacerlo yo entonces.

—Y yo me desmayo de vergüenza de leer estás resoluciones de confesionario, y me baño en la dicha de saber que no todo lo que hago es tan malo.

»Perdone, es que leer a Zafón me despierta la vena del glamour gramatical.

—Placer y honor que me haces al poder leerte.

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